La palabra esmeralda proviene del latín smaragdus, una deformación de la palabra persa zamarat que significa “corazón de piedra”. La esmeralda está compuesta por silicato de aluminio y berilio, a los que se les agrega cromo, vanadio y hierro. Su dureza varía entre 7.5 y 8 en la escala de Mohs.
La esmeralda es ligeramente dicroica (verde-amarillo o verde-azul). Su rotura es concoidal y su línea es blanca. Las esmeraldas son raras porque su formación requiere condiciones geológicas excepcionales.
El berilio, el componente principal del berilo, se encuentra principalmente en el magma de la corteza terrestre. El cromo, el vanadio y el hierro, que transforman el berilo en esmeralda, se encuentran más bien en el manto terrestre. En joyería, se corta principalmente en "esmeralda" (rectángulo con lados cortados), "cabujón", "pera" u "óvalo". La esmeralda es una de las piedras preciosas más caras. La presencia muy frecuente de inclusiones denominadas “heladas” o “jardines” no es un obstáculo, porque puede dar fe del origen de la piedra. Los ejemplares más bellos proceden de Colombia, Zambia y Brasil. Ciertas originalidades cristalográficas son muy buscadas por los coleccionistas (estrella de seis puntas, llamada esmeralda trapiche).
La mayoría de las esmeraldas se tratan con aceites o resinas, por lo que no se recomienda limpiarlas mediante ultrasonidos, sobre todo también por su fragilidad (inclusiones o fracturas).
Su color "verde intenso" te llevará a los sueños más salvajes.